La historia de una amarga desgracia,
es la que estoy viviendo día a día,
el cuerpo rodeado de inmensas agonías,
y mi mente perdiendo poco a poco su gracia.
Unas manos que no sienten tacto alguno,
y los pies que caminan por instinto,
la felicidad ha tomado un rumbo distinto,
y de días bellos no me ha tocado ninguno.
Mis palabras sufren un silencio interminable,
y lloran por saber que son escasas,
mi audición se queda siempre en casa,
y las palabras dulces las siento inalcanzables.
Mi alma se inunda de tanto dolor,
y sufre debido a la eterna soledad,
pidiéndole a Dios que a la mayor brevedad,
le envíe la dicha de un dulce amor. Por: Efraín Trinidad Rodríguez “PoetaDeDios”© Morovis, P.R. 25-agosto-2004.