Prisionero en una generación de romanticismo joven,
veo parejas devotos de amor entre caricias
y desos; todos felices en un país de color rosa,
disfrazan con curcis escenas parques y calles
de un ingrato mundo, ignorando el luto de los prójimos
que desolados decaen en inferioridad por sentir enojo.
La tele, la sociedad, la música y todo lo demás,
caen a mí oírcomo sabor salado,
copmo el frenesí de moribundos olivos y girasoles,
haciéndome sentir un inmundo cero a la izquierda
y envidiando la felicidad de los dichosos
y llenando de morbo mi joven mente.
Envidio el no poder sentir la lujuria de femeninos labios
y la ides fastidia, inundando de mediocridad el amanecer,
manteniedo mojadas mis als atrofian el vuelo de
estqa ilusa alma perdida en aburridos programas matutinos,
entre bla bla, mi agonia se acelera como en autopista.
Cai en demencia tactil de una deidad.
cristopher antonio moraga
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