Fue el néctar que me embriaga,
la porción de un hechizo
que me diste a beber;
fue tu risa y una dulce mirada
la que poco a poco
me hizo enloquecer,
fueron también tus manos
las que caricia a caricia
me hacían estremecer,
y esa voz de hada, de musa
griega, la que me hizo
al fin perder.
Fue la magia de una sonrisa
y esa pasión que me dio la dicha
de hacerte mi mujer,
ay mi niña… la dueña de mi ser,
mi alma se alboroza
cuando siente el roce de tu piel,
y esa nostalgia que invade
el tiempo en que te podía
yo ver…
pues con recuerdos
y risas, mi vida armoniza
con la imagen de tu bello ser.