En su mirada se siente el cansancio,
tanto pasar por detrás de las barras,
ya no retiene al mirar a lo lejos,
son para él los barrotes un muro,
que lo separa de un mundo olvidado.
El suave andar de sus pasos flexibles,
lo hace girar en espacios pequeños,
es como un baile de fuerza en un torno,
una anestesia en su gran voluntad.
Son sus pupilas cortinas que a veces
en el silencio despacio se abren,
entonces entra una imagen en su alma,
pero se pierde en un lento latido,
su corazón ya no puede sentir.
Lupercio de Providencia