Nuestra guarida.

Te esperaré un febrero de aquellos en que las bandadas
correspondan necesarias a los goces de la vida,
y de vez en cuando en nuestra inmensa ciudad sitiada
querrás hacerme el amor en nuestra mágica guarida.
Y al confuso advenimiento de las palabras nuevas
tu ángel necesario me traerá las consecuencias,
asilándome contigo todo el tiempo que puedas
hsata que tu barco parta y me llenen tus ausencias.
Te esperaré prudente desde el llano de mis pronombres
esos personales que se derriten a tu estampida,
buscando en el pinar el objeto de tu nombre
trayendome tus besos a nuestra mágica guarida.