En un bar de la calle Thames en Palermo
donde el viento trajo tus ojos de princesa
allá donde todo es núcleo y el cautiverio
no existe en las márgenes de la realeza,
en esa mesa de poetas y embusteros
de filigranas, de robos y de riquezas,
allá donde todo se cubre con un te quiero
y se humedece el labio en tus pezones de feligresa,
en ese perímetro donde tu boca asesina
rompió la mía entre perfumes y sutilezas,
allá donde el rubor de tu rostro no margina
ni huye entre adioses de vírgenes y purezas,
en ese rincón de piratas y bucaneros
de trampas silentes, de versos a la deriva,
allí escuché que dijiste, " por ti muero"
entre manos de gloria de esta pasión prohibida.