He conocido el mundo,
cayo la venda al suelo,
la nube fragil del consuelo
disipada y contaminada
como un raquitico ozono,
ausente de la luz de abril.
He mirado dentro del pozo
donde lo negro no tiene fondo,
alargue la mano y toque mi alma
encadenada y arrojada al fuego
de un osco torrente infernal.
Que pensamientos de nada,
que llanto la empapa,
que imposibilidad de alegria
con traiciones la atacan.
Donde busco ahora,
yo docto en precipicios,
en lunas malditas
y eclipses perpetuos,
negra mi alma,
noche negra invernal.
No me queda siquiera esperar
ni un suspiro, ni una rosa
ninguna posibilidad.
Dejar la voz, los ojos y las manos
en el camino de la desesperacion
para no hablar, para no ver, para no sentir.
Que si no puedo escuchar
la voz que tanto albedrio me dio
que es el vivir,
que importa morir.