Duèrmete mi niño, corazón de cielo,
duèrmete entre nubes de amores y ensueños...
Decía una madre buscando consuelo
en medio del triste dolor y desvelo
de aquel hijo enfermo...
Quèdate dormido...mi niño, mi dueño,
que tiembla la noche de dolor ajeno.
Y deja en mis ruegos confesarle al cielo
que eres Tú mi niño, mi niñito bueno,
lo que más Yo quiero...
Dèjame cantarte, cantarte al oído
esta triste nana de dolor y llanto...
Y quèdate así, tranquilo...dormido.
Te Quiero mi niño...Yo te quiero tanto!...
Duèrmete mi niño...Yo velo tu sueño,
decía la madre mientras suplicaba...
Oh Dios!, yo te pido mi niño no sufra,
es mi niño bueno, lo que más yo quiero!.
Se escuchó una voz...Una voz alada
que dijo muy quedo...
Ya no llores más...Tu niño se ha ido...
Ya no sufras más...pues ya está conmigo!...