Voy a amarte en slencio y quietamente,
sin que sepas que te amo sin medida,
acaso por el resto de mi vida,
y si es preciso amor, eternamente.
Jamás sospecharás que te amo tanto,
que en esa misteriosa indiferencia,
se agita con bravura y sin clemencia,
el eco reprimido de mi canto.
Y ásí recibirás, de mí un saludo,
sin ver que entre mi voz y mi mirada,
se muere mi existencia aprisionada,
por este sufrimiento más que crudo.
A veces, yo quisiera amada mía,
perderme en la distancia, y no quererte,
y suelo descubrir, que al ya no verte,
que al ya no verte más, me moriría.
Y vuelvo a meditar, y digo: ¡Nada!
No hay nada por hacer sinceramente,
más que perderme amor, en tu mirada,
y así, volverte a amar, discretamente. (2006)