Naranjas y rojos se confunden
con metálicos verdes y azulados
saliendo de troncos que se queman
entre ladrillos del hogar encendido.
En remolinos afloran volutas de humo,
queriendo huir por la boca abierta
de la chimenea, cálida y tiznada,
para seguir sus juegos en el aire.
Hay sonidos suaves, crepitantes
y algún chasquido, que se queja
por la tenacidad de las llamas
que quieren ser brasa y ser ceniza.
Y admirando la expresión flamígera,
con encantos parecidos sin ser fuego somos lo opuesto, sólo el calor iguala...
Sin distancias reales, serenos, iluminados
por la luz inquieta de las llamas, en ti y en mí
gotean lentamente de alma a alma
vidas pasadas, ya cenizas, ya olvidadas.
Sin íntimos vacíos, sin instantes solos.
Sólo coincidencias, de despertar sentires
dormidos, inertes... y pretender volar
con alas prestadas, creyendo que así
se irá para siempre el frío del alma.