No hay nada más ensordecedor que los ecos de este lugar,
donde el norte no siempre apunta hacia la misma dirección,
donde termina el papel y comienzan tus pies
y lo que comienza como un poema termina en una canción,
la luz cae sublime convirtiendo en oro tu piel,
acaricio las nubes y se convierten en lluvia,
beso la lluvia y me da más sed,
memorizo los rincones del paraíso
para no escapar un día por error,
las puntas de tus dedos saben leer mi pensamiento bien,
tu mirada me emborracha como el licor,
te dejas llevar por remolinos de sabanas que no te dejan caer.