Dejó huella la escarcha entre las sombras
Calladas de los árboles más viejos:
Las hayas, los abetos, los castaños,
El bosque de coníferas perennes
Y pardas hojarascas moribundas
Que esparce el viento junto a los caminos.
El oro viejo duerme en las praderas
Calladas del otoño ya avanzado
Que, a veces, los granizos y las nieves
Pretenden conquistar, antes de tiempo.
El viento helado llega desde el este,
Pero jamás pronuncia su gemido
Palabras mágicas que canten a la vida.
Tan solamente es danza de colores
De helechos moribundos lo que enciende
Hechizos a tus ojos bienvenidos.
Quién sueña con el viento quejumbroso
Que corre las laderas de la sierra
Ni en las cuajadas aguas de los lagos
Cuando el invierno arrecia impenitente.
Quién sueña con las aves migratorias.
Y, en cambio, es más dichosa, más amable,
Más bella la presencia de tus ojos,
Al lado de la vieja chimenea
Donde las brasas arden, encendidas,
La leña entre cenizas consumiendo.
Más bello que el otoño es el invierno,
Si quieres tu traviesa, entre las sábanas,
Jugar en pontos mágicos, perdidos
Que no hallarás en los parajes tristes
De este lugar hermoso pero inhóspito.
Te espera ya mi lecho, no me faltes,
Y olvida de los lobos la amenaza
Que suelen proferir con sus aullidos.
La nieve es la aliada que tenemos.
La nieve y la cortina de las sombras
Que quiere aquí la noche más oscura,
Amiga del amor más envidiado.