Se deja correr la pluma,
caprichosa, en el papel
y surgen así las palabras,
como incesante cascada
que conforma una corriente
de ideas en loco tropel;
cantarinas, como el agua,
saltando de tema en tema,
salpicando a la conciencia
con su fresca inspiración.
Forman meandros y remansos
en los que se abreva el alma,
forman lagos, con su calma,
o rápidos tormentosos
de luchas, penas y gozos,
en el diario acontecer;
nos hablan de mil recuerdos,
de cosas ya terminadas
y de otras, adivinadas
en el fondo de nuestro ser.
Así transcurren las horas
de páginas inspiradas,
de cosas casi olvidadas
en los pliegues del ayer--
hasta que, al fin, la alborada
nos anuncia la llegada
de otro nuevo amanecer.-
Eduardo Ritter Bonilla.