Por la noche
comienzan a encenderse las preguntas
que destejen las fechas
de un calendario sin límites
en el tiempo mío;
son preguntas quietas y distantes
que arrastran
en su doliente amanecer
esas horas inciertas
que a través de tantas fantasías
quedan palpitando en el borde mismo
de un querer saber de más;
son preguntas que quedan detenidas
junto al tibio silencio,
casi enardecido,
de esperar…esperándolo todo
en el más allá
de la noche mía.
Son inmensas preguntas
las que se extienden por sí solas
sobre el transparente soñar
de un océano todo en calma,
leves e inmóviles preguntas
junto al leve descorrer
de lágrimas entre las formas
de un querer quererlo todo,
queriéndolo demás.
Mudas preguntas
que asoman detrás de las coplas
de un verso encendido que la bruma en su vibrar,
en el sueño que sueña
a través de las páginas
de un inesperado despertar,
quedan dormidas soñándote aún…
soñándote conmigo.
Y preguntan desde allí,
sin palabras conocidas que digan
todo aquello que esperan oír
mis versos en su propio despertar,
coplas avivadas por las fechas
como queriéndolo todo,
con signos ensangrentados
por el fatigado trajinar
queriendo llegar al extremo mismo
de una noche nuestra.
Son preguntas que preguntan,
como las horas del tiempo ido
en cada soñar de los dos,
nos preguntan buscándonos
en un no querer saberlo todo
más que lo que saben los sueños
cuando al caer las horas
emergen tantas respuestas
a ese continuo preguntar más,
preguntas que nos preguntan
pero a solas
y con el tiempo nuestro.