Tras el cristal opaco por la noche humedecida
intento ver tu ventana para espiarte aún dormida.
Tú belleza fascinante de mujer excepcional
incrementa la lujuria de quien llaman un chaval.
En mi cara se refleja la pubertad juvenil,
¡Oh tú, diosa de mis sueños!, yo tan solo soy un vil.
Esta vileza en mi existe, al tomarte sin permiso,
al amarte de mil formas hasta ser de ti mi vicio.
Cuando la espuma fragante, invada tu intimidad
refrescando con su aroma tu lozana humanidad,
quiero sepas, que tras el muro de esta pared de enfrente,
se esconde un amante niño, que te mira diferente.
Que te ama, ríe y llora al despertar sus pasiones,
al descubrir que es un hombre, que sí tiene sensaciones.
Porque te amo mi amada, en mi grito silencioso.
Quiero sepas que te hago mía aunque sea pecaminoso.
Ricardo Picó Mora