Un cardo que no era tonto, vio una azucena en el campo, y le dijo entusiasmado: ¿Compartes conmigo el prado? Le contestó la azucena: Lo haría de muy buen grado, pero mi tiempo es finito, ni me cierro ni me abro, ni anhelo más que este sol y esta raíz donde yazco. Me parece bien, perfecto, lo que oigo, dijo el cardo, si no te importa me adhiero a la sombra de tu tallo. …………………………….. ….y han pasado ya los años, con sus otoños e inviernos, primaveras y veranos y él sortea sus requiebros, y ella aguanta sus pinchazos. ALONSO VICENT