En la locura he caído; en un sueño cautivo,
encerrado en mazmorras de dolor furtivo.
Los tiempos vividos los siento repentino,
vuelve del sueño en el momento vespertino.
El fruto anhelado es mi pesadilla perenne,
cual artista y su lienzo con rostro solemne.
Los ángeles me despiertan con alusión falaz,
la histeria no es real pues no respiro en paz.
Llevo en mi pecho guardado tanto secreto,
culpable es la flecha del cupido indiscreto.
Cuando mis ojos se abren en bello despertar,
unas miradas nuevas sobre mí percibo reflejar.
Tu rostro es el reflejo de un amor dormido,
fruto de esperanza en nosotros escondido.
Me cubre cual manto venerable tu sombra,
al sentir tu alma con el mío no me asombra.
Te adormezco acurrucada sobre mi pecho,
soñando fruto de amar, junto en nuestro lecho.
Autor: Alcibíades Noceda Medina