" Estoy besandote tan lentamente y pausado, que no
creo que pueda hacerlo mas lento, acaricias mi pelo y
me obligas a seguir besandote y el corazón acelera sus
pulsaciones, y la caricia surge tan espontánea como
surge la vida misma, no hay dolor, hay un silencio
inmenso, mis manos recorren el cuerpo diáfano y tu
piel... ah ! tu piel, que daría por tenerla
indefinidamente apretando mi cuerpo y asimilando tus
esencias de mujer hermosa y decidida, me pides que
acaricie tu espalda y te muerda con los labios los
laberintos de su terminación, te pido que me abraces
fuerte, como si fuera la última vez en tu vida y es
tan fuerte la sensación, que sin darme cuenta estamos
dentro el uno del otro, somos uno en realidad, en esas
realidades nuestras, únicas y perfectas, somos uno y
no pensamos más, estamos inmóviles y admirados de esa
inmovilidad, que no nos deja resquicio para que el
músculo ni siquiera tiemble, y en el primer movimiento
se deshace la mente, ya no existe la mente, ni
siquiera sentimos que la tenemos, solo hay pasión,
fuego, transpiración y aceleramientos pronunciados,
siento la respiración infinita, el jadeo constante y
el gemido permanente, y me dás y te doy, sin tregua,
sin conseciones, sin inhibiciones, así durante toda
esta noche, así quisiera estar toda esta noche, en el
silencio imperturbable de tu sentir de mujer, con
todas las letras, y allá cuando el amanecer nos
sorprenda abrazados y más unidos que nunca, pensar en
la noche y volver a intentar ser uno y nada más que
uno".