El deseo brota de mi piel aumentando con cada latido de mi corazón,
Y se vuelve una necesidad como agua en el más seco de los desiertos.
Me quema por dentro consumiendo cada uno de mis sentidos,
Me ahoga quitándome el aliento y también la razón.
Soy prisionero de la sangre que corre por mis venas,
La sangre que calienta mi cuerpo y da vida a este deseo.
Mi cuerpo exclama como una súplica apasionada,
Dejar libre la más natural de las esencias básicas del hombre,
El fuego de sentir como otra piel se desborda en mis sentidos.
La locura de una caricia desenfrenada, de besos sin descanso.
Me entrego a la naturaleza de mi raíz,
Me arrojo al mar de los deseos,
Para navegar en el éxtasis del placer,
Antes que la orilla eterna del descanso, detenga mi navegar.