Niña de mis ojos, que atraviesas el cristalino,
llegas sin hacer ruido y reposas en mi mejilla,
oigo tu canto, a lo lejos, con aire sibilino
y penetras poco a poco por entre la rejilla.
Este frio de enero, me mata y me deja vivo,
tu esperanza, tu osadía
me devuelve ese amor furtivo
que se marchó un mal día.
Y como bien dices en este camino
que tú y yo llevamos recorrido,
me alegra de contemplar lo divino
lo terrenal, miseria ya se ha escondido.
Y para que no olvides que niña de mis ojos
lo sigues siendo, princesa te nombro
porque princesa te ven mis ojos
y mis ojos te llevan muy adentro.
Enrikt