Un trago fuerte, señor, usted que anda sirviendo,
Vaya por favor y traiga, un trago fuerte a este negro;
Que hoy quiero apestar a hombre, de esos que beben fuerte,
Para olvidar los recuerdos, esos que matan por dentro.
No me mire, no vacilo, porque me mira riendo?
Y tráigame ese trago que me llegue al cerebro;
Porque ya no puedo más y aunque trate resolverlo,
Ella es como un fantasma, de esos que provocan miedo.
Pero si yo bebo y bebo, tal vez me quede dormido,
Y así resuelvo el desvelo, que me causa su recuerdo;
Es más, si quiere conmigo, también lo invito a beber,
Y nos hacemos amigos, de esos que se dan consejos.
Ella fue mi gran amor, y que la amé no lo niego,
Y se marchó, como marchan, dándose golpes los ciegos;
Y a mí nadie me lo dijo, yo adivino los tropiezos,
Y aunque mucho disimule, los tendrá, como los tengo.
Mas si ha otro se entrega, ella es dueña de su cuerpo,
Yo siempre le di valor, y de ella no reniego;
Quizás me olvide algún día, el recordarnos es perpetuo,
Pero sé que donde ande, ella sabe, que la quiero.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita