Hoy, mi amigo el Viento me ha traido alarmado, el sonido de tu voz y la visión de tu pensamiento, llamando a mi Alma a tu encuentro.
Sin pensarlo, mi Espiritu el cielo ha surcado, para llegar presto a tu lado y saber que acontecía.
Y llegando a los pies de tu balcón he visto a lo alto tu Alma triste y dolorida, y con lágrimas en los ojos, preguntandote porque dejaste de ser mía.
He trepado por la farola, he dado volteretas sobre la misma, arrancando de tus labios una timida sonrisa.
Y de un salto a tu balcón he llegado abrazandote y rodeandote de mi Luz, para secar tus mejillas.
Y mientras tu cuerpo se llenaba de la entrega de mi esencia, de mi energía, al oido te susurraba que nunca has dejado de ser mía.
Que siempre te estaré esperando y que tarde o temprano te darás cuenta, que lo que nos separó no fue otra cosa que la mentira, la envidia, de los que nunca entendieron ni entederan, como se puede Vivir, como se puede Amar, habiendo de por medio, 373 millas.