Ella era la encarnación de la pureza,
Un capullo de rosa tierno
De figura angelical,
Frágil y débil cual mariposa fugaz.
Su mente sin contaminación alguna
Nunca imagino su destino
Ni el precio que debía pagar
Al cruzarse en su camino algo tan fatal.
Hoy su piel de porcelana ya no luce igual,
El brillo de sus ojos lo dejo escapar,
Y sus pensamientos de niña buena
Ya saben que existe la maldad.
Difícilmente en alguien volverá a confiar,
Los besos, las caricias a otro plano pasaran,
Su mente, su cuerpo y sus pensamientos
Sin quererlo, en otro mundo vagaran.
La vida su rumbo debe continuar,
La amargura y la tristeza
Serán su inseparable compañía y
Sobre sus hombros las deberá llevar.
Y es que el hombre en su ignorancia,
En su inconsciencia febril,
No imagina el daño tan profundo
Que causa con la violación infantil.