Te llamé, bella,
con la voz enceguecida
de tanta inmensidad
urbana,
de tanto asfalto caliente
que me bebí en la vida!
De tanta noche
que nació dormida...
De tanta tarde
y madrugada de bebida,
te llamé, bella,
con la voz del inocente
progenitor
de tus caricias,
con el halo profundo
la vehemencia escondida,
con la palma de la mano
asomada a una herida,
te llamé, bella,
con el diálogo sutil
de una guerrilla
en las trincheras,
sin más decirte
la verdad de una
pasión perpetua,
te llamé...
Y me contestaste
con la voz
mágica de un paralelo,
con la dulce candidez
de todo aquello
que mas quiero,
porque a confesión de parte
relevo de pruebas,
juicio y bendigo
bendigo..que me quieras!