Sábado negro, em la espuma atrincherada
de cascabeles inhóspitos y desiertos
el sucumbir de odas, el crepitar de nadas
la sublime pasión de morir sin haber muerto,
ciclos de esta vida que sus dádivas me ofrece
en cada palabra de renglones inciertos
donde escribo lo triste, y lo triste se parece
a mi rostro de lluvia, sin llover en mis acurdos
que no me dicen que me contienen
que no me contienen en mis proclama,
que tanto amor dado, que nadie me llama
que el llamado no vendrá y se detiene,
y a pesar de tener que luchar siempre despíerto
contra los molinos en mi alma erguidos,
este sábado negro, donde la muerte es latido
donde la vida es ilusión, y mi dolor un desierto.