En el ocaso de la noche serena
me mimas con tu presencia
tan cercana que me llena
sin tacto ni deferencia.
Solo con tu estar paciente
en tu mullido sillón
si mi alma no miente
debo ser anfitrión
de tus sueños vedados,
ocultos, sutilmente ocupados
por este solitario corazón.
Sueña que corres, que ganas
que saltas, caes y te levantas
que flotas, que te sumerges
que encoges y creces.
Sueña sin miedo a perder
que nada has de sufrir
que mis noches en vela
de algo han de servir.
La espera reunirá los trozos
que vayas dejando por ahí,
como fiel sereno, que apaga
las luces de tu jardín
y te saca de las sombras
en esta larga noche de abril.
Un beso en la frente, un abrazo,
vamos mi vida, te guardo
como un tesoro en mi confín
ya es hora de irnos a dormir.