Un lazo rojo me regalaste, al pie de un árbol en flor, en mis labios un beso depositaste, robandome el corazón.
Desde entonces solo vivo en un mundo de sueños e ilusión, vivo para poder verte, sueño con llamar tu atención.
Ladrón de tus labios quiero ser, cuando tu lo quieras y desees, jugar con la chispa de la ilusión, con el temor a perderte.
A la orilla de aquel río, con la campiña verde a tus pies, me regalaste un mañana nuevo, mágico, mi vida, estaba a punto de nacer.
El tiempo caprichoso marca las horas, acortando los momentos, reloj perenne quiero ser para alargar más nuestros encuentros.
Me regalaste, un amanecer de esperanza, un atardecer ensoñador, me regalaste la sensibilidad perpetua, delicada aroma de una flor.