Como una piedra, como madera…
los ojos y su corazón,
para mi capricho, tal vez quisiera
que yo me vea, muerto de ilusión.
Mas fuerte aun, de las rodias al suelo
te me caes tristona, de pecho, a un osario,
porque mas duele, amor, sobre este anhelo
los recuerdos alegres de las líneas de tu diario.
Te pesa, te duele, como también mi estado
de haberte querido, de haberte amado,
para perderte al fin, para perderte…
entre mis versos fríos sin ni siquiera tenerte.
Y esos tus ojos cual hermosas estrellas
su dolor inerte a los míos insinúan,
que si ya no son mías y son tan bellas
¡Me ocultaban una lagrima!,… y cayendo continúan.
Ottooño Tristtezza
Julio - 2006