Me amarga la distancia y me consuela el mañana,
cuando los hijos se alejan, nace la nostalgia,
verlos crecer, correr y pasar junto a la vida,
fue una dicha inmensa, hoy melancolía.
El consuelo será ver, que no fue vana,
la lucha de orientarlos, por menuda y repetida,
y volver la mirada con el alma encogida,
escribir cada verso, en la distancia de su vida.
Marcha que con los años, ¡ay!, llega insobornable,
esta ausencia altiva, fría como nieve y azul cielo cálida
es una mezcla de dolor y satisfacción que engaña.
.Y, una y otra vez, la distancia irremediable
de no tener más consuelo,
Que refugiarme en la esperanza de verlos llegar de nuevo,
triunfantes, felices, con la bendición de mi propia entraña.