Muero en la lentitud
pareja, húmeda, simplista,
de cada quien y
con cada cuando inesperado...
Muero piadosamente,
entre sílabas dispuestas,
adornos mesurados,
y en la carne de
algún siempre dispuesto
y crucificado...
Muero de la muerte
agigantada,
entre respuestas
que ya sé y
preguntas que
nunca supe hacer...
Muero en discrepancia,
en el disenso
fugaz de cada
pasajero que desciende
en la parada de la nostalgia
y la melancolía...
Muero en tus lunas de enero,
redondas muestras
que desde mi ventana
asoman en tu alma...
Muero en la agonía
de los adioses
inciertos y
en el boleto de ida
que supo llenar
parte de mi existencia...
Muero con el acento
en tu diéresis dormida,
puntuación exacta
entre el final de tu espalda
y el principio
de tus oscuridades tan mías...
Muero cuando
el roce de tus labios
anida perpetuo
en los síntomas
de mi piel tan tuya...
Y entonces,
si morir es esto,
muero en cada
madrugada que me dedicas
cuando la nostalgia
de tu alma, no puede
conciliar el sueño
en las noches,
que aún lejano,
soy tu espejo viviente!