Perdone si me atrevo a mencionar su nombre,
con la impureza que mis labios tienen,
no crea que me creo el mejor de los hombres,
pero es necesario que me escuche y me escuchen,
La amo a usted, la amo tanto,
este formalismo me mata,
su nombre ya es el tararear de mi canto,
su voz en la soga que a mi corazón ata.
La amo, y se que muy bien lo sabe,
pero es necesario que se lo repita,
vea mis ojos si en su corazón cabe,
la necesidad que el mío necesita.
Y si lo que quiere es saber la cantidad,
puede multiplicar el infinito por el infinito,
ser felicidad de la mísmisima felicidad,
y ser la necesidad que yo necesito.
La amo, la amo, y reclamo porque sienta lo mismo,
la amo, la amo, y me muero por estar muriendo
en sus brazos, en su cuerpo y en su abismo,
que no ve que la estoy amando.