Soy el bardo caminante
que vive cantando amores,
canto a viudas en calores
si su amor es abrasante.
Mi vida juego al instante
cuando entrego a una casada,
el amor, si abandonada,
la tuviera su marido
y si este me ha sorprendido
gozando de ella en su cama.
Y el cretino a mi me llama
porque el cornudo no entiende,
y el inutil se sorprende
si ella por mi amor se inflama.
Salto presto y consigo
que el cornudo sea testigo
de como se debe amar,
pues con ella hay que gozar
desde los pies al ombligo,
y del ombligo a la boca.
Así el gusto se provoca
con placeres de locura,
si la sesión de amor dura
hasta el mismo amanecer
cae rendida la mujer
junto al bardo y su ternura.
Maridos que al amor dais
una muerte prematura
espero que ahora seáis
más tiernos con vuestra esposa,
es ella maravillosa
porque el bardo os la dejó
feliz contenta y dichosa
con el amor que le dio.
Maridos que despreciais,
a vuestra propia mujer,
justo es que ahora tengáis
los cuernos que bien lleváis
por no saber dar placer.
El poeta
desconocido.
27/9/013