De mi desasosiego, encerrado en prisión,
por querer a una dama con tan loca pasión.
Insano sentimiento, avivado con besos,
cultivado en un campo de profundas miradas,
amedrado entre arbustos de caricias habladas,
y con palabras ciertas, expresado por versos.
En mi soledad quiero besarla dulcemente,
y entregarle una rosa, flor de mi amor ardiente,
y un anillo de oro posar junto a sus piés,
pués ni áun siendo monarca tomaríale la mano.
Que es su hermoso cabello ese Sol de verano:
Brillante y bello al alba y precioso después.
Que sus perlas lozanas son de nuestra alma espejo
pues de quererla tanto de la mía es reflejo.
que es su voz leve trino y es su piel fresca nieve
y es su seno un Olimpo y es su tez flor de vela,
y su boca y sus labios la amapola recela
pues destellan sus ojos aún cuando su alma llueve.