A veces es valiente renunciar a los deslumbrantes,
que apetece en los sentidos instintivo prístino,
en nosotros mismo esta encaramado y es legítimo,
deseo de la carne menesterosa y burdo vacilante.
Ofuscado delira por la delicia exuberante,
alzándose vírica y se adentra hasta la entraña,
y exponiéndose sin cesantes el instinto se ensaña,
dulzura que embelesa hasta con atributo incesante.
Ante eminente peligro lo esencial es renunciar
lo inalcanzable, al dulcísimo y alucinante belleza…
(Siga su camino apetitosa criatura de la naturaleza).
Aun inmerso en los fugaces sueños sin saciar,
quien puede condenar por esta alabanza bendita,
si es más que meritorio que se le digan palabras bonitas.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!