Yo, te he convocado
señor absoluto del adentro,
porque no creo en el cielo,
ni en los paraísos amados;
si existe un edén
es cuanto ahora tengo,
por eso mi alma, te concedo,
si la proteges todo mi tiempo.
Que mi mayor alegría
no sea marchitada,
que mi esencia querida
no sea robada;
no te pido que la enamores,
ni que la encantes con dones,
sólo que la protejas
y a mi lado nunca muera.
No te asombres con mi dicha,
si dinero y poder no es mi deseo;
ni ninguna de tus ninfas;
a esta mujer prefiero.
Para qué el dinero,
si pervierte y da recelo;
para qué miles de ellas,
sino sienten y son mechas;
para qué la vida eterna
si ella al final muere;
para qué la paz duradera
sino está a mi vera.
No te sorprendas señor oscuro
pues este es mi deseo,
no me separes de ella,
y mi alma daré a tu fuego.