Las hermosas niñas
de nuestro hogar,
hoy una soltera otra casada,
crecieron igual,
juventud en sus ojos
a la vida van,
a su madre dice,
a su padre hablan:
No frenes mis alas
ni queráis atar,
que nada es más justo,
vivir en libertad.
Si nos quieren bien,
enséñame a pescar,
es triste volar tu vuelo,
es feo navegar tu navío,
para después anclar,
a las orillas del mar.
Dejadme capitanear mi barco
hasta la orilla del mar.
Pues me diste, madre,
valores en tan tierna edad
dejadme vivir el amanecer
para alcanzar la primavera,
la personalidad perfilaste
caminaremos el horizonte,
llevando llaves propias,
de la vida y la libertad.
La madre respondió:
Váyanse las noches,
de mi desvelar
es su responsabilidad
sus sueños velar;
y hacerlos realidad
tanta compañía,
ahora es soledad,
después que en mi hogar
había tanto bullicio,
Dejadme llorar un rato,
mis niñas han volado,
con sus propias alas,
hacia la libertad.