Dulce marinero , que en tu ausencia dejas
que se ejecute ante mis ojos la danza de las horas.
El vals latiente de una lágrima encallada en tierna ola.
Descenderá hasta mi rostro como marea,
el llanto inconcluso ,como cántico entonado por el silicio del tiempo.
Ese silencio,desbordando los altares de mi pequeño mundo.
Hasta que me convierta,en ese amasijo de noble barro,
donde moldees mi alma a lenguas de fuego, sin tapujos.
Deslizándote cual elixir o perfume desde el colofón infinito
de mis pies,hasta la larga ola donde yazgo dormida
cuando ha atracado el barco de los dolores
que ha quedado incrustado en este cuerpo mío,
como si fuera la soledad abrupta y tan profunda
que abre sus fauces grises de loba hambrienta
y me condena a elegir si espada o crisol de pena.
Chile,febrero de 2005