Negros ojos que al amparo de tu mirada,
Paralizan el tiempo frente a los míos,
y entonces, me rodea y domina un impulso,
Y te presentas como si estuvieras,
Moldeada para mis manos que reconocen,
tus líneas y mis labios se confabulan,
Deseosos de humedecer los tuyos,
Que me transporta hacia tu cuerpo.
Y tomar de él todo lo que será mío,
Te sostengo estoy tras de ti, murmuro,
tu nombre, desde tus oídos hasta,
La bronceada figura de tus hombros,
Entonces tu respiración se agita,
Y nuestros cuerpos son uno,
Mis dedos descifran a tu cuerpo,
Y guían mis manos a lugares.
Que te estremecen, Placenteramente,
Tus labios enrojecen ya no hay limites,
Con las caricias del placer que dos corazones,
Generan al renacer. ¡Sigue ahí, no pares por favor!
Te has entregado al delicado movimiento,
Explora, sonríeme, búrlate de mi gozo, de mi placer,
De la satisfacción que me haces sentir y que manejas,
Mis sensaciones y sentimientos a tu antojo.
Copyright © 2010 - Ramiro Álvarez Cedeño.