Al amor que te volvió ha nacer,
las gotas de roció quedan quietas,
suspendidas en las hojas necias,
temerosas de creer abajo perder
en el musgo verde y tupido,
fuertes inclemencias soportando;
El trinar de pájaros se mueve
despacio sobre la oscura nube,
si detienen estas, callan estos
y mantienen en sus tibios nidos.
Escribiendo esto con mi pluma,
no soy único sin tener problema;
No te llevo de la mano ahora
al creer perderte entre la bruma,
te llevo en el corazón segura,
mientras se disipa la neblina
y así con tanto amor se atesora
por tenerte ¡oh mujer tan divina!