Así;
Con la misma fuerza mágica de la ilusión
aquella dulce quimera esplendorosa
golpeo a mi corazón con sutil vehemencia.
Despertó dentro de mí el presentimiento
de que después de esta desilusión
iba a ser condenado a sufrir aún más
llevando conmigo un acento de duda melancólica.
Y aquella siendo tan cruel como la agonía misma
se edificó sin contemplaciones en mí
mostrándome que todas las cosas buenas
dejan ver siempre un cierto aire de abandono,
tal vez por que dejamos situar el amor en nosotros
jugando a ser felices sin nada de verdad.
Ahora todo adquiere un nuevo sabor
que solo se puede degustar en la espera
sabiendo que cualquier forma de atardecer
produce la primera sombra de un mundo,
no pudiendo hacer más que contemplarla
frecuentemente con el mismo ojo vidrioso.