Al despertar cada mañana en esta distancia lacerante dónde la voz se apaga entre tantos quejidos, lejana y encendida asoma entre pátinas de viento tu mansa mirada, aquélla que al mirarme recorriéndome todo sólo me habla de ti. Y es que al mirarte, mirándome tú, es acariciar en lo profundo toda tú presencia, ésa que en el correr de la vida siempre llevé conmigo. Y es que al mirarte, mirándome tú, es volver a tenerte conmigo, en mis manos, en éstas que aún extendidas siguen sujetando las tuyas. Y es que al mirarte, mirándome tú, es sentir en mí, otra vez, aquélla cálida ternura con que me llenas de ti en mis noches de ausencia. Y es que al mirarte mirándome tú, es ver que te elevas infinito con el alma extendida, es verte inmenso e inacabable en el tiempo mío. Y es que al mirarte, mirándome tú, es saber que aún tú vives conmigo...viejo.