Aquel rincón de ensueños,
que formaron nuestros padres,
donde lo cotidiano era magia
me simboliza un cielo libre,
refulgente de dulce devoción.
Anidaban sus polluelos;
estimulando, protegiendo, fomentando,
el despertar a la vida…
Embelesados con el dorado cielo familiar,
donde la mesa semejaba un arrobo,
con la presencia de manjares
que las manos de mi madre aprestaba…
La sonrisa amplia de mi padre
que transmutaba lo vivido en misterioso,
Y la vida transcurría feliz y alegre
junto al dorado infinito…
Esos padres sembraron semillas
de algarabía;
que plenos nos formaron
con un corazón inmenso, para sembrar bonanzas de intenso amor…
Les debo mi gratitud y serenidad en la vida
hacia esos seres imborrables…
que habitan en el espacio junto a las Tres Marías. Mecha Foderé