Aquí estamos otra vez, en este congelado instante
tu mirada encontrada en la mía,
tus labios entreabiertos en unas palabras que jamás dirás,
y aquí está otra vez mi fantasía, mi dulce razón para vivir, mi deseo, mi esperanza.
Sólo acariciar tu pelo, y poner mis dedos sobre tus labios, para romper el sello,
para que hables, mientras el mundo alrededor, se convierte en gélida nieve estática;
mientras revuelven mis dedos tus rizos negros, mientras todo mi universo se reduce a tus ojos de dorada miel.
Y mientras hablas.
Es dulce y triste, mi querido amigo, pero di mi vida a esta fantasía y sólo estaré en paz si la veo realizada, si cuando dejan mis dedos tus labios, dices que me amas.