Hoy no es un día cualquiera

Hoy no ha sido un día cualquiera.
Pues al igual que el mono y sus vaivenes
al prenderse entre rama y rama,
decide descolgarse de una de ellas
flexionando las piernas
y al gravitar su peso sobre tierra firme,
nota el escozor de sus cojones
para que pueda brindarse a imponer taxativamente
su condición de macho dominante sobre la manada.
Él se retira a meditar, a copular
y a recibir los dones que en forma de alimentos apetecibles
le permiten vivir dentro de una sociedad estratificada y funcional.
Aquí tenemos un gobierno, leyes y contra leyes
dirigidas hacia un pueblo que, aunque es conocedor de sus limites,
en modo alguno es capaz de la sabiduría oportuna dentro de una fluidez legal
que permita asentarnos en alguna estratificación.
Es por ley querer quebrantar a Newton
y así subir escalones sin notar el escalofriante vértigo,
andando hacia arriba para lograr quien llega primero al tribunal
pues de él tendrá la bondad legal.
Y hay veces que las ramas se parten
y puede que la caída sea traumática,
incidiendo en algún hueso roto
y ser relegado cautivamente a funciones serviles.
De cualquier modo se puede ser feliz
y aunque me ande por las ramas,
no voy a ser el que imponga mi voluntad.
He nacido para ser votante en potencia,
aunque a veces perciba el dolor en cada caída,
como humano, como persona, como hombre y como varón
Hoy no es un día cualquiera.
Es tiempo de elegir al grupo dominante,
A aquél que imponga nuevas leyes,
nuevas fronteras y quizá relegue
a todo tipo de personal
a bonos
al intercambio en el mundo del estraperlo
y a bordear impuestos hacia su desquite
como ciudadano conocedor de suburbios.
Porque aunque exista un predio dominante
hay una voz inconsumible
que repetirá:
sabéis de poder,
pero no de la pena que imponéis
hacia cada uno de vuestros vasallos.
No sabéis del pueblo ni de cada corazón,
que exige fielmente el cumplimiento de la constitución
o a lo sumo de los escasos mandamientos
y además quiere estar bajo el flujo del tratado de Kioto
Pero puede que hoy sea un día como tantos otros.
Puede que me embargue el índice bursátil
el impuesto de sociedad
el valor depreciable
el índice del consumo
las estadísticas
el IVA directamente afectado a mi condición de obrero
y tantas y tantas otras leyes que me hacen refugiar tras cada matorral
Hoy no es un día cualquiera
Hoy daremos de comer suculentos manjares
A presidentes, vice idénticos, consejeros,
y a aquellos que se indiquen con el índice abiertamente
a concesiones, a amigos y a familiares
y sobre todo a esos hijos que nos llevaran a un mundo mejor.
Hoy no es un día cualquiera.
Es el principio de un futuro de paz y tranquilidad
en esta sociedad que nos permite
comprar una caja de leche por el módico precio
del 23 por ciento que resulta de una cajetilla de tabaco
o lo que es lo mismo: cuatro cigarrillos que te permiten
aspirar durante unas dos horas que el mundo es perfecto
que mi drogadicción esta saturada
que mis músculos se han relajado
que puedo mirar de frente
y que no me importa si en el desayuno no hay leche
que aunque sea un alimento protegido
prefiero mis dos horas de calma y paz
aunque no sea gracias al conjunto del gobierno.
A ellos les dedico mi última calada
y después de ella confío en los elegidos
en nuestro estado de bienestar
y en los servicios prestados
y en canjear otra caja de leche, aunque sea mala.
De tan mala leche como cuando mis antecesores
liaban picadura entre dedos amarillos
y por eso tal vez, no hayamos adelantado mucho desde antaño.
Viajamos en círculo colgados por las ramas
y puede que otras andemos a cuatro patas.
Pero eso sí. Sabemos quien manda
Y quizá pueda ser que ellos sepan, de antemano,
Que volverán a gobernar.
El despotismo manifestado de prepotencia
ante unos puntos porcentuales que les anticipan la mayoría,
anula a votantes y electos
Merecen un voto de gracia dirigido a partidos minoritarios
y que los mínimos diputados potenciales
que han ofrecido la boyante historia
sientan vergüenza de su sueldo y de las pitanzas ingeridas.
Manteniendo durante el horario del hemiciclo
tanto ardor de estómago
que no lleguen ni a formar parte de decisiones tan importantes
como el curso de la naturaleza
en este mundo en el que somos serviles
de la tierra que pisamos.