Por un breve instante mi razón,
apagó mi corazón,
y en ese instante de lucides,
finalmente pude ver.
Que no importa cuanto intente,
o que tanto lo desee,
en tu vida no hay lugar
para un tonto perdedor.
Intente entrar en tu ser,
te juro que lo intente,
y al final solo logré,
desgastar hasta mi fé.
Levanté mi voz a Dios,
y solo el eco volvía,
diciendo que no eres tú
quién completaria mi vida.
Y aunque me cuesta en verdad
renunciar a mi fantasia,
de tenerte junto a mí,
por el resto de mi vida.
Solo te quiero decir,
que lo tomare tranquilo,
que esta es mi despedida,
te deseo lo mejor,
mi niña, amada mía.