Parodiando estrofas frente al palacio
de tus labios, atento una noche escuché
al tiempo justiciero: que la luna nació
en lo alto de la montaña, su faz manchó
oscuras nubes de este oscuro octubre;
de estrellas el firmamento era escaso
y en los niños ya acosaba el hambre
sobre el andén con harapos mendigando
para un pan duro o tomar algo caliente,
sus rostros indicaban tristeza amarga
y el amor murió, no recibían un beso,
una visita, sus padres eran solamente
el día y la noche desierta, fría y larga.
No había en sus mentes sueños fantasiosos,
ni alguien cerca que su clamor les oiga
y recibir consuelo o que le sequen los ojos.
En verdad para pronto copiar al maestro
necesito haber creado un propio estilo
y poder componer para ti con gusto
algo más que sentimental por principio,
decirte algún día: el amor es nuestro
bello, monumental y valioso refugio,
escrito con palabras traídas del cielo
de las que los ángeles usan en su canto.