La cuestión es no ver llegar las balas del destino
Entrar en órganos vitales, corazón, cabeza, donde
Esparcen metralla segando tu naturaleza
Esconderse en las raíces de la percepción que
Envenenena el agua que las riega, simiente de
Bonanza escondida entre silencios de tardanza
Exponerse a las mañanas de vinos y rosas, ebria
De ganas, borracha de pasión, extenuada de deseo,
Marca el tiempo un reloj de soñada esperanza
Vacía el alma suena el tambor del perdón, el reflejo
De ti misma expuesto ante el espejo de la opresión,
Un ruego a ese Dios interior, emboscada a la razón
Enfrentas los pilares de tu tierra, un latido que atesora
La esencia que aun te sostiene y te revela ante la cruda
Herida que a bocanadas sangra y desnuda escoges taponarla