He puesto los ojos sobre el hecho consumado
la barbarie instalada en el seno de la gente,
sangre y dolor, me devuelven a un pasado
a ese torbellino de atrocidadaes dementes,
no sé nada de mis amigos en España
trato por lo pronto de atesorar sus realidades,
desespero con esa sensación tan extraña
de sentir la opresión en mi pecho a raudales,
asesinos! con la daga instrumentista
pasión de nadie y arrogancia de cualquiera
el cordón de un zapato, símbolo y arista
de una traición que parece la primera,
asesinos! de una sola envergadura
me desgarra su silencio tan artero,
la ignominia, sutil variación de una locura
que sumerje la vigilia en algo que no quiero,
el portal de la estación, que a veces transitaba,
con la alegre ostentación de callar sobre su pista,
un viaje de novelas que era fiesta en la mirada
y hoy es muerte y dolor, en las manos terroristas,
cobardes! que usan el dominio y la sorpresa
para generar hogueras de muerte y de ciertos
vandalismos urbanos que son hoy los que no me dejan
saber si estoy vivo, entre la inmensidad de esos muertos.