El veneno no fue mi sangre,
el veneno no fueron mis besos,
el veneno no fue mi sexo.
te está matando mi ausencia.
A mí me mata en silencio,
que fluye triste por mis venas
y me dejo en el abandono,
El veneno no fue mi sangre,
alzo mi plegaria en nombre del beso fatal del olvido,
y del veneno nefasto del embuste austero,
que me dejo en el abandono,
derrumbando nuestro mundo.
Hundiéndome en la melancolía
Y dejándome en la vía fatal del olvido.
Mi espíritu sutil deambula,
como hoja seca que se lleva el viento,
como soplo que acaricia tu cuerpo,
tu alma y tu ser, sin que nadie lo sepas.
Y ya sabes que mi amor es eterno.
MariLeonor Bonilla Toribio