Despedirse
De los aguafiestas,
de los mercaderes de lo pútrido,
de los que sacralizan la omnipotencia,
de los mondadientes del alma,
de las caretas que se cuelgan
para rellenar bolsillos,
Despedirse
de los huecos
que asaltan empuñando miedos,
De las pesadillas,
de toda clase de verdugos,
De las manchas que no se quitan,
de los que señalan con el dedo,
Despedirse
de todo lo estéril,
De los operetas de la burla y del desasosiego,
De la culpa y del reproche,
De los que portan la hipocresía como trofeo
Despedirse
De la mirada indiferente, de la ostentación,
Y de todo aquello que corrompe, que corroe, que no siembra
De los que pisotean jardines ajenos,
de los pulsos sin escrúpulos,
De las manos engañosas, de las lagrimas verdosas,
Despedirse
De las malas sangres,
de los que trafican su conciencia,
De los guantes blancos
que acribillan la inocencia
De los humores malogrados,
De los expertos cirujanos
en extirpar mariposas,
Despedirse de los amantes del vomito,
De los que solo sintonizan
al interés propio en su dial
Despedirse
De los que ofuscan,
de los que intentan intimidar,
De los que empollan tinieblas bajo su plumaje
Despedirse de los actos suicidas,
De los bajo fondos
del desamor y la melancolía
Despedirse,
ya que estamos,
También de las despedidas. Miriam Mancini.22/09/09-Especialmente para L.C.C.